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Opinión | Domingo, 26 de marzo de 2017 |
De Miranda se fue y para Tarabini es un caos Finalmente, y luego de presiones internas, externas, mediáticas y hasta partidarias, Omar De Miranda, secretario privado y alter ego del Intendente Tarabini, se fue. O “lo fueron”, poco importa a esta altura. La cuestión hoy pasa por observar la reacción del Jefe Comunal ante la partida de uno sus fieles laderos. El ex agente del Servicio de Inteligencia del estado durante los años oscuros no resistió los embates surgidos a partir de su pésima decisión de mandar al tacho la muestra de alumnos de diferentes escuelas alusiva al Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia. Le costó más que su puesto. Fue vapuleado por medios de comunicación locales, provinciales y nacionales, por integrantes de organismos de derechos humanos y hasta por correligionarios que hasta no hace muy poco lo estimaban en demasía. Tarabini acusó el golpe. Cuentan los que departieron con él momentos posteriores a la inexorable salida del “topo” que se lo veía perdido, enojado, fastidioso y hasta dolorido por la partida del secretario. No es una cuestión menor atender a lo que será el desempeño y el trabajo diario del Intendente durante los últimos 8 meses y pico de gestión sin su acompañante diario. Poniendo en relieve la vieja pero no por eso menos efectiva frase “a rey muerto, rey puesto”, De Miranda ya tiene reemplazante. Será Eduardo Almeida, ex Jefe de Personal de la Comuna y hombre de confianza del actual Secretario de Gobierno, José Sincovez. Arduo trabajo tendrá Almeida si de reestablecer vínculos con ciertos sectores de la sociedad que a su antecesor no le interesaban se trata. De Miranda se lleva consigo una valija repleta de secretos, confidencias e historias de muchos de los funcionarios municipales de los últimos tiempos. Habrá que ver si alguna vez decide ventilarlos, aunque más no sea en una charla de café con esos amigos con los que aún hoy cuenta. Pero esa, esa es otra historia.
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