INTERNACIONALES
Jueves, 11 de mayo de 2017
Belleza sin tóxicos
La toxicidad en los productos cosméticos no tiene como finalidad ayudar a la piel o al cabello, si no mejorar el aspecto del propio producto. Es, por lo tanto, un doble engaño.

El consumidor cree que paga por algo diferente a lo que recibe y no sabe que recibe tóxicos que sólo son necesarios para mantener el aspecto del producto cuyo riesgo real para la salud es alto. Además, no ha sido suficientemente evaluada la eliminación y degradación de estas sustancias en el organismo humano.

Existe un sentimiento de resignación, según el cual hay que soportar algunas desventajas en los productos de higiene y en los cosméticos con tal de tener en ellos otras ventajas, tal como se admite también en muchos medicamentos. Pero la verdad es que tanto unos como otros podrían y deberían ser más respetuosos. La iatrogenia o lo que es lo mismo el efecto insano de muchos medicamentos es ya una de las primeras causas de problemas de salud en los países desarrollados. Y en el caso de los cosméticos aumenta la lista de los químicos de síntesis que se deben de evitar.

No debemos olvidar los que son potencialmente más tóxicos. Evite siempre el formaldehido, que es un conservador que puede producir cáncer; el triclosán, que es un peligroso pesticida que interfiere en las funciones hormonales; el polietilenglicol, que sirve para que las cremas tengan aspecto más cremoso y en la piel tapona los poros; el lauril sulfato de sodio, que puede causar cáncer y la única ventaja es que hace más espumosos los geles y champús; la parafina, que tapona los poros; los ftalatos, que son disolventes y suavizantes y se acumulan en órganos y tejidos; los siloxanos, que sirven para hacer más suaves e hidratados los cosméticos y causan toxicidad en el hígado, los aceites minerales, etc.

¿Qué podemos hacer?

¿Existe un listado de todos los productos tóxicos presentes en cosméticos para que pueda conocerlos y evitarlos?
Hay muchos y loables intentos de hacer un listado total y completo de los tóxicos que debemos evitar. Algunos llegan a listar en orden alfabético algunos de los cientos de tóxicos más comunes presentes en los productos de uso diario, pero es práctica común cambiarles el nombre y disfrazarlos con aspectos nuevos, como sucede también con dos de los más peligrosos aditivos alimentarios: el glucamato monosódico, que se puede encontrar con cerca de 900 nombres distintos, o la tartracina, el colorante naranja, que también se disfraza.

La solución más sensata es usar productos naturales y, sobre todo, aprender a diferenciar lo que nos sienta bien de lo que nos sienta mal, escuchando la respuesta del cuerpo cuando entra en contacto con un cosmético.


 
 
 
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